Avaricia/Avarice
Cuando me hube recuperado de mí misma, volví a abrir los
ojos y me levanté.
No iba a permitir que perteneciera a otra persona.
Voy a coger lo que me corresponde.
El Mundo es para mí, me dije. No podía ser de otra manera.
Tomé una capa larga y envolví mi cuerpo desnudo con ella. No
permitiré que nadie se apoderé de lo que es mío. Necesitan que yo posea eso que
les corrompe, entonces no volverán a matarse entre ellos. En el fondo, les hago
un favor.
Di la espalda al maravilloso espejo y al cómodo diván.
Ignoré las mesas de maravillosa comida y bebida.
En mi cabeza solo existía una palabra: “Poseer” y con esa
idea, me di media vuelta y con expresión decidida, abandoné aquella corrupta
habitación, tan solo cargada de falsas virtudes y mortales pecados capitales.