Fairy Oak

Fairy Oak

martes, 1 de diciembre de 2015

Ulises

Amárrate al mástil
si temes el canto de las sirenas.
No te hagas a la mar, 
por si no vuelves de la guerra.
Para vivir más allá del miedo
debes arrojarte a las profundidades
del océano.

viernes, 31 de julio de 2015

El soñador

Casi había olvidado lo difícil que resultaba escribir cuando tenía fiebre. Sentado frente a su pulcramente ordenado escritorio- lo único ordenado de todo el apartamento- intentaba concentrarse en el folio que asomaba de su máquina de escribir, pero las sombras bailarinas que proyectaban las llamas de su chimenea le distraían continuamente de su tarea.

Intentaba con todas sus fuerzas concentrarse, pero su cerebro era como un enjambre de grillos, saltando sobre un colchón de paja. Miró por la ventana: no tenía reloj, pero la oscuridad y la ausencia de gente en la calle indicaban que debía ser algo más tarde de las tres. Con un suspiro revisó lo que llevaba de página:

SORTILEGIO FALLIDO. En lo más profundo del bosque, las hadas estaban comenzando la preparación de su sortilegio definitivo, sin saber que una criatura maligna espiaba entre las sombras, planeando un golpe sorpresa que las destruiría. La más joven de ellas

Eso era todo. En dos horas no había conseguido avanzar más. Francamente, se dijo a sí mismo, era penoso. Pero nadie le escuchó más allá de los grillos. Arrancó con enfado la hoja de la máquina, la arrugó violentamente y la arrojó al fuego. Era la tercera de aquella noche que corría esa misma suerte. con resignación, decidió que era la última. Se levantó frustrado de la silla para acostarse en su cama. Sería por el cansancio pero, por una vez, el viejo colchón le pareció menos incómodo de lo habitual.

Tumbado sin ni siquiera haberse despojado de sus ropas, con el cerebro algo más despejado, su mente comenzó a divagar en esos pensamientos que nos invaden en el momento antes de quedarnos dormidos. Sus ojos se posaron distraidamente en el viejo cuervo disecado que decoraba una de las paredes, que un par de años atrás estaba vivo y coleando, era su única compañía (viva) y el motivo de que sus amigos le pusieran motes como Cuervo Negro o Pajarraco. Eran otros tiempos entonces, cuando tenía amigos que venían a visitarle, cuando publicaban sus novelas periódicamente, cuando... no estaba enfermo. Le vino un pensamiento extraño, que le hizo preguntarse si el cadáver alado no sería el verdadero motivo de que ya no recibiera visitas.

No había forma de conciliar el sueño. En la chimenea ya no quedaban ni brasas, de la calle empezaban a llegar los primeros sonidos de la madrugada, pero de Morfeo, ni rastro. Cuervo se levantó y buscó a tientas en una estantería. Volvió a la cama con una botella de barro y una copa. El olor del menjunje que había dentro no inspiraba en absoluto confianza, pero él sabía perfectamente que el remedio era efectivo. No era la primera vez que lo tomaba. Se trataba de una especie de poción hecha con hierbas malolientes, que le había preparado la vieja del piso de abajo. La buena señora no estaba en sus cabales, y cinco siglos atrás la hubieran quemado en la hoguera por bruja, pero sus asquerosos brebajes funcionaban, y ella era una de las pocas personas que aún le trataban con respeto.

Dio un buen sorbo, sintió arcadas y tuvo que hacer fuertes esfuerzos para no escupir. Necesitaba dormir. Nadie lo sabía (tal vez la vieja) pero sus ideas, sus novelas, salían únicamente de sus sueños. Jamás, ni siquiera antes de la enfermedad, se le había ocurrido nada estando despierto. Dormir, para él, era trabajar; y desde que dormir resultaba tan complicado, la poción era una de sus herramientas de trabajo tan importante como la máquina de escribir.

Por fin, su cerebro y respiración comenzaron a relajarse y pronto cayó dormido. Las hadas no tardaron en hacer su aparición en el teatro de su subconsciente... necesitaba saber si la joven Trix lograba ahuyentar a la bestia, para poder seguir escribiendo la historia.

PUM, PUM, PUM

Despertó sobresaltado. Miró por la ventana, estaba amaneciendo ¿Quién, maldita sea, quién llamaba a semejantes horas? Demorándose lo máximo posible, se incorporó y acercó a la puerta para abrirla. Se encontró con un hombre muy trajeado, acompañado por una joven de tez muy oscura y vestido muy pobre. El hombre tenía un aire de orgullo y mal talante, a Cuervo le resultaba familiar su rostro. Sin esperar ni saludo ni invitación a entrar, comenzó a hablar.

-Vengo de la editorial, por el último capítulo de tu  novela. Lleva casi un mes de retraso y el director no está nada contento. También le traigo estas facturas que un muchacho en la puerta me pidió le subiera, al parecer no se atreve a subir. 

-Ya. Pues el capítulo no está y dudo que esté hasta... pasado mañana.- En realidad tardaría al menos tres días, pero no quiso decirlo. La necesidad le había llevado a trabajar con esa panda de malnacidos que pretendían llamarse editores, que ni siquiera tenían la decencia de poner el nombre del autor en la ilustre revista que publicaban cada tres meses. Pero pagaban decentemente y él no tenía otra opción.

-No hay problema, no hay problema... Vendré a recogerlo en dos días. Pero ha de saber que le descontaremos un tercio de su sueldo, por las molestias, ¿sabe usted? Somos una empresa seria. Y la revista no puede salir adelante sin sus historias sobre hadas, nuestros lectores las reclaman.

-¿Quién es ella?- Le interrumpió Cuervo, señalando con la cabeza a la muchacha de piel morena. Esta pareció sobresaltarse al darse cuenta de su atención.

-¿Ella? ¿Cómo que ella? ¡Ah, te refieres a Kara! Es mi criada. Solo viene porque es nueva y aún no me fío de ella como para dejarla sola en casa. Ahora, si no le importa, desearía usar su lavabo y después nos marcharemos.

Cuervo le indicó la puerta de la derecha con indiferencia. Cuando se quedó a solas con Kara se dio cuenta de que llevaba tres semanas sin afeitarse y una sin asearse. Sintió vergüenza. Ella le estaba mirando fijamente. Llevaba el pelo negro recogido en numerosas trenzas finas y sus ojos eran de un tono castaño precioso, aunque bajo ellos se notaran las ojeras (probablemente menos marcadas que las del propio Cuervo)

-¿Eres tú quién escribe las historias de las hadas?- Su voz cantarina le sorprendió mucho menos que la repentina pregunta. Asintió con la cabeza.

-Sí, son mis historias. Me llamo Cuervo, aunque ellos nunca lo escriban en las revistas.-  Kara le miró a los ojos con mucha intensidad.

-Él es una persona horrible. Me ha hecho esclava en su casa y quiere hacerme cosas horribles. No le des tus historias, Cuervo. Son demasiado bonitas para que las robe la gente horrible.- No supo contestar, aunque sí supo que su voz era preciosa.- Marchémonos de aquí. Huyamos juntos. Podemos ir lejos y podrás contarme tus bonitas historias, a salvo de la gente horrible.

Tras la puerta del lavabo se oyó el agua correr. Cuervo asintió apresurado, sin saber muy bien por qué. Kara separó de él los ojos y adoptó una mirada de perdida indiferencia. El hombre de la editorial salió del baño y ofreció el brazo a la muchacha, que se aferró sumisa.

-Muy bien, joven, nos vamos ya y disculpe si le hemos distraido de su trabajo. El viernes a la misma hora volveré a por ese capítulo, no lo olvide. Buenos días y que tenga usted una buena mañana.

Mientras se colocaba el sombrero para marcharse, Kara le miró y formó con los labios una frase solo para él: 

Te escribiré.

La puerta se cerró con un golpe. Cuervo volvió a tumbarse en la cama. Pensó que aquella noche necesitaría media botella para conciliar el sueño.


domingo, 31 de mayo de 2015

Fetichismo

Si al final,
mi final,
permanece 
mi cuerpo entero,
no lo conserves
en un arranque 
de egoísmo fetichista.

No lo guardes bajo tierra
ni me encierres en cenizas.
Devuelve lo que es suyo
a la Madre Tierra.
Deja que mi último aliento
alimente la Naturaleza.

Y si me echas de menos...

Si, al final, me sobrevives,
no me lleves contigo.
No quiero que me guardes.
Cuando me vaya, 
no lleves mis restos
en una urna de piedra,
Mejor, lleva mis recuerdos
dentro de tu cabeza.

miércoles, 29 de abril de 2015

LA MUERTE DE NEIL GAIMAN

"Quería una Muerte que se preocupara... como Ella"





The Sandman es obra de Neil Gaiman. Es mi serie de cómics favorita, y de sus muchos personajes, Muerte es quien más me gusta con diferencia.

Muerte acompaña a cada mortal dos veces en la vida. Habla con ellos al nacer pero como nadie recuerda lo que le dice, no se acuerdan de ella en la segunda visita, al final de sus vidas. Un día cada cien años, Muerte viste un cuerpo de mortal para comprender mejor lo que sienten las vidas que ella se lleva, para probar el amargo sabor de la mortalidad: este es el precio que ha de pagar por ser quien divide a los vivos de cuanto ha ocurrido antes, de cuanto ha de venir después. 

Muerte no es depresiva, es vital, optimista, sabia, entusiasta. Ama la vida, quizá porque sabe mejor que nadie su significado y lo efímera que esta es.

“Cuando la primera vida existió, yo estaba allí esperando. Cuando la última vida muera, mi trabajo se habrá terminado. Pondré las sillas sobre las mesas, apagaré las luces, y cerraré el universo tras de mi, cuando salga”.

Fue porque me gusta tanto el personaje y porque me fascina tanto el tema de la muerte, que hice una sesión de fotos con el fotógrafo Jorge Lázaro y con Sandra Redondo, yo caracterizada como Muerte. Después, recopilé algunas de las cosas que he escrito respecto a la muerte, tema bastante recurrente en mi poesía, así como varios pasajes del susodicho cómic. Aquí tenéis los enlaces:

Vita Eterna

Carpe Diem


El son de sus alas


Death's Wings

Death's wings (las alas de Muerte)


"Existe una pequeña historia árabe que dice que la Muerte tiene unas alas enormes cubiertas  de ojos, y que cada vez que un mortal muere, todos los ojos se cierran solo por un momento".

(Neil Gaiman, The Sandman)

Fotografía: Jorge Lázaro. Maquillaje: Sandra Redondo

lunes, 13 de abril de 2015

El delirio

Hace mucho, mucho, mucho tiempo; cuando la Humanidad era joven y la Naturaleza era virgen y salvaje, los hombres vivían en armonía y en paz, desconocedores de los males de la Tierra.

Los humanos entonces eran inocentes y vivían sin más preocupaciones que la de la supervivencia diaria. Su entorno les sorprendía con nuevos hallazgos cada día y en comuna avanzaban siempre hacia una vida mejor y más fácil. La delicia era quien gobernaba sus vidas.

Sin embargo la felicidad no podía durar para siempre. En su egoísmo muchos se olvidaron de respetar a la madre naturaleza que tanto les había regalado y se olvidaron de respetarse los unos a los otros.

El tiempo pasó y con él llegaron las primeras guerras y los asesinatos a sangre fría. El odio y la traición conducían a hombres y mujeres. Su avaricia no conocía límites y destruía todo cuanto les rodeaba.

Así, lentamente, como un gas venenoso, la maldad se fue extendiendo por el Mundo y esta, con el tiempo, derivó en la locura.

Los humanos ya no eran humanos, y ya no vivían gobernados por la delicia. Había llegado el reinado del delirio. Cada cual, encerrado en su burbuja, intentaba sobrevivir a sí mismo y a los demás. El Mundo era un lugar peligroso, siniestro y desconcertante. 

Y ya nadie recuerda que una vez las cosas fueron diferentes. Aunque sepan que no siempre el Mundo fue como ahora lo conocen, también saben que los cambios no pueden deshacerse.


(Cuento propio basado en el  cómic "Vidas breves" de The Sandman)

lunes, 30 de marzo de 2015

GRITOS Y SILENCIOS

Los muertos me hablan.
Con voces del pasado,
piden que no cometa
los errores de antaño.

Pero no les escucho.
Solo oigo de los vivos
promesas de futuro
y sueños de compromiso.

Hablan de libertad,
apelando a nuestro miedo,
y encierran al extraño
por el bien ciudadano.

Por su seguridad, 
señora, me sentencian 
antes de que pueda
convertirme en asesino.

Por su seguridad, 
señora, borrarán 
mis palabras, incluso, 
antes de haberlas escrito.

Los vivos me hablan,
desde arriba y a gritos.
Para que así no escuche
mis propios pensamientos.

Pero lo hacen en vano.
Nadie puede, tampoco ellos,
acallar las voces del pasado,
acallar las voces de los muertos.




miércoles, 11 de marzo de 2015

Pedazos

Algo se rompió en mi interior.
Crash.
Y no fui consciente de ello.
A pesar de que las esquirlas
perforaron todo mi cuerpo.

Algo estalló dentro de mí.
Y no me di cuenta
o no quise verlo.
Aunque las astillas comenzaban
a clavarse en los huesos.

Los otros lo notaron.
Yo quise ignorar
el dolor
poniendo parches 
sobre las grietas.

A pesar de que comenzaban
a crearse heridas internas
Y que la sangre goteaba ya
fuera de mis arterias.

Pero el corazón seguía latiendo...

Y seguí buscando los motivos
desconociendo las consecuencias.
Grité sin saber por qué, 
me escondí, sin saber de quién
Al fin y al cabo... 
mi corazón seguía latiendo.

jueves, 5 de marzo de 2015

El regreso

Por fin, tras una dura jornada de trabajo, llegaba a casa. Agotada pero contenta, al fin y al cabo.
Nada más abrir la puerta y entrar, percibió que algo iba mal. Había un olor desconocido en el aire. Deseó que tan solo fueran imaginaciones suyas.

Recorrió su propio pasillo lentamente, con un cierto temor que le subía por la espalda. Al llegar a la entrada del dormitorio, supo, antes de abrir la puerta, lo que se iba a encontrar dentro. Podía escuchar el ruido que hacen los muelles de la cama, subiendo y bajando frenéticamente.

Sobre la cama de matrimonio dos cuerpos entrelazados se agitaban, solo cubiertos a medias por las sábanas. El de ella, le era desconocido por completo. Estaban tan ensimismados que tardaron unos segundos en darse cuenta de su presencia. Al verse sorprendidos, su reacción no fue la de separarse rápidamente, como a veces había visto en las películas, sino que se abrazaron como si quisieran protegerse mutuamente, sus ojos reflejaban sorpresa y sentimiento de culpa.

Cerró la puerta sin esperar a que hablaran. Volvió a recorrer el pasillo, lentamente. Esta vez no había miedo que le recorriera la espalda, tan solo una sensación extraña en el estómago. Se dirigió al salón. Cogió un paquete de tabaco y un mechero que estaban sobre la mesita, junto a un bolso que no le era familiar. 

Salió al balcón y se apoyó sobre la baranda. Se encendió un cigarrillo. Nunca le había gustado fumar pero, esta vez, por algún motivo, la sensación que le producía el humo, bajando hasta su pecho, le reconfortaba. Tuvo la impresión de que el humo subía también a su cabeza y le nublaba su mente... Incapaz de pensar nada en concreto, se limitó a mirar hacia abajo, hacia la ciudad, tratando de recordar dónde vivía antes de mudarse.

Oía voces de fondo, sin entender lo que decían. Alguien más salió al balcón y le abrazó tímidamente por la espalda. Reconoció la camisa y los brazos, pero el aroma le era extraño.
Nadie dijo nada. En la ciudad comenzaba a anochecer.

lunes, 2 de marzo de 2015

TAROT (la muerte y la hechicera)

Pensaba que vería
mi futuro en las cartas, 
pero abrí la baraja 
y me encontré a la Muerte.

La Muerte sensual y desnuda,
como la diosa Venus.

Blanca su piel,
negro el cabello, 
me mira desafiante
mientras contengo
               el aliento.

Le pregunté a la Parca, 
cuál era mi suerte,
me respondió sarcástica:
¿No es evidente?

Foto: David Gaite

                                                                           Hechicera

                                                                               Belladona

                                                                                  Maleficio

                                                                                      Belcebú

                                                                                Sacrificio

                                                                           Sortilegio

                                                                     Hipnótica
                                                 
                                                                        Cementerio

Trece viejos cuervos, trece viejas pieles, bajo el sauco se reunieron.
Trece ajadas lápidas, número de mal agüero.
Deciden la suerte, envenenan amores, preparan ugüentos,
a la luz de la luna,
alrededor del caldero...

Trece veces gritaron y después desaparecieron.

viernes, 13 de febrero de 2015

EGO-ESCRITURA

Al fin y al cabo,
¿no prostituye su alma
el poeta?

Acaso no expulsa
sus desechos,
como quien defeca.

Y se idolatra,
drogadicto
de sentimientos.

Al fin y al cabo,
¿no vende su alma
a cambio de letras?

domingo, 25 de enero de 2015

Clínicamente fallecida

Tuve sexo
con la Muerte...
puedes llamarlo
necrofilia.

Me atiborré
de pastillas
para ser feliz
y acabé en sobredosis
de indiferencia.

Había un libro
de autoayuda...
y no supe
pasar página.

Me dejé caer...
me dejé llevar...
me perdí de vista
y jamás me he vuelto
a encontrar.

lunes, 19 de enero de 2015

CRÓNICA CULTURAL: 'VERSOS EN EL DESIERTO'

Fotografía de Noelia Toribio
¿A qué se va a un bar? A beber, dirán unos. A escuchar música, dirán otros. Lo que pocos responderán, casi seguro, es que a un bar se va a escuchar o recitar poesía. Y no porque no les guste el plan, sino porque no es lo habitual.

El Desierto Rojo es uno de los pocos bares de Valladolid, que no el único, que acoge recitales de poesía con cierta frecuencia. Un viernes de cada dos semanas, poetas y amantes de los versos se reúnen en el local para recitar unos y escuchar otros. El pasado 9 de enero fue uno de esos viernes.

El evento daba comienzo a las ocho y media de la tarde, o eso decía la página de Facebook del bar pero lo cierto es que a esa hora la mayoría de la gente estaba todavía entrando y acomodándose en los sofás, sillas y taburetes del originalmente decorado local. Para muchos de los allegados no era la primera vez en una cita de estas características, por lo que ya se conocían y se saludaban. Los novatos que se habían animado a asistir gracias a amigos veteranos, eran presentados.

Aquellos que tenían intenciones de subirse a improvisado escenario, primero tenían que dar su nombre a un joven con perilla y sombrero, que además de recitar presentaría a cada uno de los que participasen en el recital.

Finalmente, a las nueve, con el Desierto repleto de poetas y público, comenzó la velada poética, cuyo transcurso se dividía en tres partes: primero, saldrían los más veteranos, miembros del grupo vallisoletano Susurros a pleno pulmón, después sería turno del micro abierto para no tan veteranos y por último, recitarían de nuevo los primeros, si es que se animaban a repetir.

Los poetas de Susurros dieron la talla y demostraron que no era su primera vez sobre las tablas. Hombres y mujeres, de edad diversa, subieron a leer de tres en tres sus creaciones a un público entusiasta que aplaudía antes y después de cada poema. Los sentimientos brotaban a flor de piel, o más bien a flor de pluma y los susurros llenaban el aire del Desierto Rojo.

Gran parte de los poetas eran ya conocidos por el público: Pablo Otero, el más veterano y uno de los responsables del evento; Paula Aguirrezabala, Chapu Valdegrama... algunos, como Óscar Sejas, se habían acercado exclusivamente desde Madrid para acudir a la cita. Todos ellos leían de libreta o de móvil, pocos se atrevían a recitar de memoria. Sandra García subió a escena armada con poemas y con una guitarra para cantar sus versos.

Durante el micro abierto, los poetas menos versados en materia no bajaron en absoluto el listón impuesto por sus compañeros. Si bien para algunos era su primera vez, no se les notó en absoluto: ni temblores, ni miedos escénicos. A eso de las once y media, regresó el micro a los veteranos de Susurros, o al menos a aquellos que se hubieran quedado con las ganas de recitar. Varios poetas aprovecharon para agradecer al público su presencia y expresaron su sorpresa al ver tamaña audiencia en el recital.


A las doce, después de tres horas de poesía al calor del Desierto Rojo, se dio por finalizada la sesión. Una vez apagados los focos y con la música sonando de nuevo, los participantes en el recital se hicieron una foto de grupo e intercambiaron impresiones y direcciones de correo. Tal vez, el próximo viernes, otros se animen a recitar por primera vez y aumente el número de poetas de Valladolid.

sábado, 10 de enero de 2015

Como viene, se va

A base de no hablar, 
se me secará la memoria.
Y a falta del pensar,
se forman agujeros en mi mente,
por los que se escaparán
mis ideas, mis pensamientos;
volarán todos ellos
el día que sople de más el viento.

Con la vejez veré cómo desaparece
mi vida,
perdiendo mis recuerdos.
No quedarán más que cenizas
del fuego que una vez ardió dentro.

Y como las olas del mar,
que vienen y van, 
ahora conservo mis días; 
mañana ya no estarán.

Lo que perdone el tiempo, 
lo devolverá la marea.
Lo que no, sin más, 
un día se olvidará.

lunes, 5 de enero de 2015

Desátame

De una noche en calma,
surge tormenta de pasión.
Me ato a una sensación
como ato a un amante a la cama.

Nuestros alientos se hacen uno,
en el fuego de un dragón.
Aspiro tu calor profundo.
Mis pensamientos fundidos en humo.

Sé que olvidarte no puedo,
pues me impregnas de tu olor,
cada vez que coincidimos
bajo un mismo techo, los dos.