Fairy Oak

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martes, 10 de diciembre de 2013

Canción de Navidad

Camino con prisa por la Calle Central. Como era de esperar, está completamente abarrotada de gente. Son las seis menos veinte de la tarde y el cielo ya está oscureciéndose. Las luces navideñas se encienden, como si quisieran recordarme mi propósito. Han puesto unos altavoces por los que suenan unos villancicos muy estridentes. El centro comercial está prácticamente al final de la calle  así que aún me queda un buen trecho por recorrer. Acelero el ritmo de mis pasos y el resto hacen lo propio, como si esto fuera a evitarnos las larguísimas colas en las que vamos a tener que esperar.

Voy tan deprisa que no veo la figura que está arrodillada en el suelo y por un milímetro no tropiezo con ella. Tengo que frenar en seco para no caerme. Miro el bulto que está en mi camino. Es una mujer que viste de forma andrajosa y cubre su cabello con un pañuelo rosa; una mendiga pidiendo que en cuanto ve que me he parado aprovecha para acercarse a mí, sin llegar a despegar sus rodillas del pavimento y tiende sus manos en mi dirección.


-Por favor, señora- me dice, en tono de súplica. Su acento es extranjero. Me aparto un poco pero aunque intento dejar de mirarla y seguir mi camino no puedo evitar cierta curiosidad. Ella se da cuenta de que sigo ahí y esperanzada vuelve a intentarlo. Levanta la vista hacia mí. Sus ojos están llorosos y su rostro muy sucio.


-Señora, por favor, necesito un poco dinero... mis hijos... se los llevarán sino tengo dinero... - habla de forma mecánica, como si se hubiera aprendido de memoria las palabras pero sus lágrimas parecen sinceras. Aunque está prácticamente a mis pies ha dejado un gran espacio entre ambas, como si estuviera acostumbrada al rechazo de la gente, a que se aparten de ella.


Noto que en mi pecho late un punzada de compasión y al segundo después reacciono y salgo casi corriendo, como alma que lleva el diablo. A mis espaldas vuelvo oír a la mujer, que repite una y otra vez su cantinela a los transeúntes "por favor, señor... por favor, señora... " Me da lástima pero unas pocas de mis monedas no van a ayudarla, ¿verdad? además esta gente tiene donde refugiarse, supongo. No creo que lo de sus hijos fuera cierto, tampoco. Y aunque lo fuera, hay personas encargándose de esta gente. No necesitan mendigar. Ni tampoco logran nada con unos céntimos.


Pronto dejo de escuchar la voz de la mendiga que queda tapada bajo el ruido de la calle y los villancicos que suenan por los altavoces. Enseguida dejo de pensar en ella y vuelvo a centrarme en mis compras.


 Camino con prisa por la Calle Central. Como era de esperar, está completamente abarrotada de gente. Son las seis de la tarde y el cielo ya está oscuro. Las luces navideñas me recuerdan que tengo que llegar cuanto antes al centro comercial, o me quedaré sin los juguetes que mis hijos  han pedido este año. Acelero el paso y el resto hace lo mismo, como si esto fuera a evitarnos las larguísimas colas en las que vamos a tener que esperar.




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