Se apagan las luces.
La oscuridad no es completa, pero se siente.
La música ha
comenzado. Es esa canción. Notas un
calor que conoces bien, demasiado, la
fuerza y la energía de la adrenalina.
La sala está llena de
gente pero no puede haber nadie más que tú.
¿Lo notas? El deseo de que todos te
miren, te admiren. Solamente a ti. Solo eres tú entre un montón de anónimos.
Te mueves a su ritmo,
la música fluye por tus venas. La inactividad es insoportable. Te mueves, giras,
bailas. Estás en el centro. Estás en todas partes. Ya no sabes dónde estás. Ya
no sabes lo que haces.
Has cerrado los ojos.
O tal vez no. Solo ves luces de colores y todo es demasiado rápido y borroso.
Los demás te ven, no pueden evitarlo, eres un destello demasiado luminoso como
para ignorarte. Un neón fuera de control. Una bola de fuego y a punto de
estallar.
Ya no hay forma de
parar.
Todos ellos. Te
desean. Todo. Te necesitan. Tu cabello se desmelena contigo. Tu sombra baila a
tu alrededor, intentando seguirte el ritmo, intentando hacerte sombra.
Estoy en el centro.
Soy el centro. El Universo se mueve alrededor de mí. Sigo moviéndome. Sigo
bailando. Respiro la música y soy incapaz de pararme.
Todos me miran, tienen
que mirarme. Mi pecho se hincha con aire caliente y energía. Soy un torbellino,
soy pura ebullición. El calor aumenta, y aumenta y aumenta… Si me tocas te
fundes al instante. Ardo como el propio fuego.
Miradme todos.
Queredme. Admiradme. Alabadme. Deseadme.
Me necesitáis y yo a
vosotros. El tiempo y el espacio ya no existen. La canción llega a sus últimas
notas.
Mi máxima expresión de todo antes de agonizar. Es la explosión del
orgasmo de un ego y una nube de humo negro sale de mí, se expande por la sala y
se aleja sin dejar rastro. Me he autoexorcizado. Y después, nada.
La música para y el
sueño poco a poco se desvanece.
De pronto eres consciente realmente de la gente
que te rodea. Nadie te estaba mirando y si lo hacían no con especial atención.
Nadie te desea. Nadie se ha fijado en ti. No bailas especialmente bien.
La
chispa de tus pupilas se va apagando a la vez que tu cuerpo se enfría.
Ahora buscas
esconderte en la sombra, fundirte con la pared en la oscuridad. Que nadie te
mire, que tu presencia pase desapercibida. Nadie te recordará, una noche menos,
una noche más.
Pero al menos lo has
hecho. Has sido. Has estado. Y los demás qué importan. Olvidemos una vez más
esta noche. Olvidemos.
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