No
en vano somos todos
corazones humanos.
Y al fin y al cabo sentimos,
y padecemos también.
Y por qué dudar de la existencia del amor.
Acaso dudamos de la existencia del odio.
Y como estamos vivos
y respiramos
cometemos errores,
tenemos sentimientos también.
Admitamos pues las emociones.
Como el amor, la venganza,
como el odio, el perdón.
Consumamos ya la sangre
de este viejo corazón
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