Los excesos de la locura
me condujeron a un estado de
inestabilidad
basado en un ajedrezado de sentimientos.
Y en mis coloquios con las posibilidades,
tratando de alejarme de la Muerte
y solo logrando acercarme
cada día más, indiferente,
rozar sus labios de infinita amargura,
notarlos fríos pero a la vez cálidos;
con el calor del infinito descanso
y la extinción de los recuerdos.
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