Imagina que no hay personas
mirándote.
Ningún público que te observe, critique ni juzgue.
Imagina que no hay un guión escrito,
eres libre de improvisar.
Imagina que nadie está pendiente de tus palabras,
de tus gestos o tus actos.
Puedes hacer lo que quieras, lo que consideres mejor
y necesario.
Puedes gesticular y sobreactuar.
Puedes gritar y puedes susurrar.
Puedes bailar sin música, cantar desafinando.
Sé tú mismo, inventa tu propio personaje
sé quién tú realmente quieras ser.
Imagina que la Vida
no es la otra sino la tuya
que se enlaza y se funde
con otros varios millones de vidas.
Imagina que eres dueño de ti mismo
y de todos y cada uno de tus días.
En el teatro, como en la Vida,
debes imaginar que estás solo en el escenario.
Tan solo cuando se enciendan las luces que indican el final
te darás la vuelta para mirarles a los ojos,
recibir los aplausos,
dedicarles una sonrisa y reverencia
y alejarte con un aire triunfal.
Dedicado a
Vicente, Miguel, Pedro, Julia, Celia y Sofía.