Siempre tuviste que ir al revés del resto del Mundo. Bien
por rebeldía o por pesimismo, por una u otra cosa, acabas recorriendo el camino
en la dirección contraria y para que me entiendas te pondré el ejemplo más
claro.
Lo normal es que la gente se quede con lo bueno de las cosas
y después su cuerpo elimine, en un rincón íntimo y personal, las mierdas que
sobran. Es lo natural. Tú en cambio vas a tu rincón y, escondido, absorbes la
mierda mientras que poco a poco, día tras día, expulsas todo lo bueno que hay
en ti, lo alejas de tu vida.
El día en que te diste cuenta de que caminabas por un
precipicio, ese día aún no era demasiado tarde para volver sobre tus pasos.
Pero cuando te miraste a un espejo y no reconociste a tu propio reflejo, cuando
te invadió el miedo y una mezcla de vergüenza y orgullo; preferiste
olvidarte e ignorar lo que sabías.
Corriste a refugiarte de nuevo bajo las faldas de tu prostituta y dejaste de
dormir para no tener sueños.
Pero un día te traicionó el corazón y entonces sí era
demasiado tarde. Cuando volvieron a quemarte las emociones descubriste que ya
no deseabas a esa puta pero que aún la necesitabas. ¿Podrás ser fiel a dos
amantes? ¿Podrás encontrarte en los reflejos? Porque te temías y porque temías
a la muerte, te perdiste en el delirio; porque temes a la soledad, porque temes
al hielo y al insomnio, querrás buscar la luz y el calor de nuevo.
¿Podrá perdonarte la vida después de que tú la hayas
rechazado?
¿Podrás acordarte de cómo eras antes de que olvidases
incluso tu propio nombre?
No te preocupes, al menos yo permaneceré siempre a tu lado.
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