Entre todos estos infelices, debo destacar especialmente la tragedia de la corta y maltratada vida del medio sándwich vegetal de pan de molde. Un bocadillo español con nombre inglés y apellido absurdo, cuyo ser es brutalmente fracturado al nacer para ser adherido a la fuerza al cuerpo mutilado de un congénere.
Me explico: Un sándwich vegetal se hace con dos rebanadas de pan unidas aunque separadas por todo tipo de obstáculos sin sentido que solo sirven para impedir el reencuentro de las mismas. Como si esto no fuese suficiente humillación, una vez formado se divide el cuadrado en dos mitades triangulares de lo más ridículas, obligando a cada rebanada de pan a dejar tras de sí a la mitad de su ser y forzándola a unirse a la mitad restante del otro cadáver. Una vez finalizado este truculento crímen, se esconde, embalsando los cuerpos con papel film, transparente, en una muestra de morboso exhibicionismo para con la prensa y un gancho comercial para con la clientela.
Podrían reducir sufrimiento innecesario juntando a la mitad de una rebanada con su otra mitad para al menos reunirlos en la muerte. Pero no. ¿Son dignos los productos alimenticios de las cafeterías nacionales de hoy en día? Mi respuesta es rotundamente no.
No seáis cómplices de las injusticias. No consumáis productos generados del dolor, la violencia injustificada ni el odio.
Apostad por los pinchos de tortilla. Por las napolitanas del supermercado a cincuenta céntimos. Por las patatas bravas con diferentes y extrañas salsas. Por la ensalada que siempre se queda en un rincón abandonada.
Difunde este mensaje y ayúdanos en esta lucha por conseguir un mundo mejor en el que las cafeterías hacen la comida de forma justa y honrada. Juntos podemos hacerlo.