Y sin más disparates, paso presto a
explicarte lo que es el arte. El arte de ser extraño, y también el de
extrañarte.
Es muy claro que el ser raro tiene que ver con ser diferente.
Diferente, obviamente, es ser distinto a los demás.
Mas la gente, mi pequeña, no quiere saberse diferente pues sabe que aquel que no se parece al resto, a la mayoría; será rechazado por su grupo, por su entorno y se verá triste, abandonado y solo ¿comprendes? Y eso es horrible, mi pequeña.
Y es que despreciamos lo que no entendemos, las ideas que no compartimos y puesto que eso nos da miedo, lo alejamos, lo aislamos y lo condenamos; a esos a quienes no comprendemos; a los que tememos y a la vez sin saberlo envidiamos, a esos los llamamos “raros”.
Así, por ejemplo, a la vieja mujer de la maceta de flores sobre la cabeza que murmura villancicos entre dientes en agosto la llamamos loca, estrafalaria, rara; al hombre al que le gusta pasar largos ratos observando sonriente sus flores, introvertido, chiflado, raro; al niño que tan solo juega solo con sus muñecas y solo con ellas habla, tímido, hosco, raro; a la mujer que salta y baila sola por las aceras, especialita, desquiciada, rara; a la joven que viste de negro y duerme en los cementerios, siniestra, oscura, rara…
A todo aquel que hace o dice algo fuera de lo habitual, de lo común, de lo políticamente correcto y aceptable… ¡Raro, extraño, estrafalario, raro, rara, RARO!
Pero un raro debe ser valiente y llevar con orgullo el ser diferente, pues hay veces, querida, que los demás están equivocados pero no se paran a pensarlo ¿sabes? Pues tienen miedo de que los tachen también de raros. Entonces, se callan… no dicen nada.
Tal vez hay más raros de los que crees, no debes extrañarte si te notas extraña pues es lo habitual, sino cantarlo y gritarlo con alegría bailando sola entre las farolas.
Tal vez los raros sean mayoría, y los diferentes son los normales; quizás todos somos diferentes y todos somos iguales.
¿Entonces?
Entonces, la próxima vez que vayas a pronunciar la palabra rara, medita si tú misma eres diferente o eres banal, si eres una más o perteneces a la Rareza; pues al hacerlo estarás haciendo algo nada habitual y serás extraña, serás rara y tendrás que volver a empezar.
Estás loco tío Charles…
¿Eso crees?
Estás loco, lo dice mamá, y eres muy, muy raro.
Me alegra saberlo, mi pequeña Alicia, me alegro enormemente de saberlo…
Es muy claro que el ser raro tiene que ver con ser diferente.
Diferente, obviamente, es ser distinto a los demás.
Mas la gente, mi pequeña, no quiere saberse diferente pues sabe que aquel que no se parece al resto, a la mayoría; será rechazado por su grupo, por su entorno y se verá triste, abandonado y solo ¿comprendes? Y eso es horrible, mi pequeña.
Y es que despreciamos lo que no entendemos, las ideas que no compartimos y puesto que eso nos da miedo, lo alejamos, lo aislamos y lo condenamos; a esos a quienes no comprendemos; a los que tememos y a la vez sin saberlo envidiamos, a esos los llamamos “raros”.
Así, por ejemplo, a la vieja mujer de la maceta de flores sobre la cabeza que murmura villancicos entre dientes en agosto la llamamos loca, estrafalaria, rara; al hombre al que le gusta pasar largos ratos observando sonriente sus flores, introvertido, chiflado, raro; al niño que tan solo juega solo con sus muñecas y solo con ellas habla, tímido, hosco, raro; a la mujer que salta y baila sola por las aceras, especialita, desquiciada, rara; a la joven que viste de negro y duerme en los cementerios, siniestra, oscura, rara…
A todo aquel que hace o dice algo fuera de lo habitual, de lo común, de lo políticamente correcto y aceptable… ¡Raro, extraño, estrafalario, raro, rara, RARO!
Pero un raro debe ser valiente y llevar con orgullo el ser diferente, pues hay veces, querida, que los demás están equivocados pero no se paran a pensarlo ¿sabes? Pues tienen miedo de que los tachen también de raros. Entonces, se callan… no dicen nada.
Tal vez hay más raros de los que crees, no debes extrañarte si te notas extraña pues es lo habitual, sino cantarlo y gritarlo con alegría bailando sola entre las farolas.
Tal vez los raros sean mayoría, y los diferentes son los normales; quizás todos somos diferentes y todos somos iguales.
¿Entonces?
Entonces, la próxima vez que vayas a pronunciar la palabra rara, medita si tú misma eres diferente o eres banal, si eres una más o perteneces a la Rareza; pues al hacerlo estarás haciendo algo nada habitual y serás extraña, serás rara y tendrás que volver a empezar.
Estás loco tío Charles…
¿Eso crees?
Estás loco, lo dice mamá, y eres muy, muy raro.
Me alegra saberlo, mi pequeña Alicia, me alegro enormemente de saberlo…